Atada al vacío,
a una piedra invisible
con sogas fuertes
que no se permiten cortar
Piedra perfecta,
hermosa,
que se palpa
una vez cada tanto.
Manos esposadas,
amordazada,
con la boca tapada de tanto gritar
Ojos enceguecidos,
encandilados por el brillo de la ausencia.
Secuestrada bajo el encanto del vacío,
dominada por la rudeza del acto,
sumisa,
devota,
conformista.
Paulita-
viernes, 6 de marzo de 2009
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